miércoles, 11 de agosto de 2010

PARA VISITAR...

UN LUGAR ENCANTADOR


A PESAR DE POSEER UN ÁREA TOTAL DE SOLO 9 KM CUADRADOS, LA ISLA CATALINA ES UNA JOYA INVALUABLE E IMPORTANTE DE LA BIODIVERSIDAD
Karla Hernández Lockward
karla.hernandez@listindiario.com
Santo Domingo
Este refugio, de forma casi triangular y alejada de la isla madre por un canal de 2 km, es un paradisíaco lugar de playas cristalinas, grandes cocoteros y casitas de alegres colores, alineadas paralelas a la playa. Estas características particulares hacen creer al que la visita, ser parte activa de una postal tamaño real.
Hay un administrador y dos guardaparques asignados por el Ministerio de Medio Ambiente para efectuar el programa de control y vigilancia de la zona y proteger las especies.>


MÁS QUE SOLO PLAYA
En la isla Catalina hay mucho que hacer. Si es una persona amante del buceo, la gran variedad de peces y arrecifes de coral ofrecen un espectáculo visual fragil e incomparable.
Para los que gustan de las actividades al aire libre, explorar por los diferentes senderos de la isla puede ser una opción.
La observación de aves y otros animales es otro de sus atractivos.
Tumbarse en uno de los cheilones y disfrutar de la hermosa vista tomando una refrescante agua de coco, es la actividad preferida de los que la visitan. Eso si, no olviden llevar repelente.
Pequeño refugio de la biodiversidad
Los grandes regalos vienen en empaques pequeños, repite una y otra vez un dicho popular, originado, quizás, al recorrer los 9 km cuadrados de la isla Catalina y asombrarse por su impresionante belleza y colorido.
Ubicada en la parte suroeste de la provincia de La Romana y separada por un profundo canal de 2 km, esta isla es un paraíso para aquellos que disfrutan el sello distintivo del trópico, kilómetros de playa de arena blanca, aguas cristalinas y cocoteros.
Bajos acantilados, relieve plano y superficie rocosa son algunas de las características que identifican este entorno natural.
La ausencia de agua dulce, la poca precipitación y la salinidad del mar moldean la vegetación de la isla convirtiéndola en un bosque seco. Plantas como el almácigo, cayuco, uvero y quiebra hacha son algunas de las variedades de árboles existentes. En la zona costera, las uvas de playa y el mangle enmarcan este diminuto lugar.
El recorrido para llegar a la Catalina comienza en los muelles de Casa Puerto Rico, la Marina de Guerra o en la Playa Bayahíbe, todos estos ubicados en la provincia de La Romana. Allí, botes y lanchas esperan a los visitantes para llevarlos en un rápido y emocionante viaje cargado de adrenalina. Eso sí, mejor dejen el traje de baño y no el repelente (lección aprendida con azotes). El viaje a la isla dura aproximadamente 20 minutos dependiendo de la velocidad o, en este caso, del miedo de uno de los pasajeros.
Más que playa
Aunque el atractivo turístico de la isla Catalina son sus playas, esto no es lo único que tiene para ofrecer.
De acuerdo con el guardaparque Benito Martínez, este lugar es un refugio de la biodiversidad. Numerosas aves y pequeños mamíferos habitan este lugar.
“Y, de junio a octubre, vienen a anidar a estas playas tortugas Carey. El solo verlas salir de la arena en dirección al mar hace que mi trabajo realmente valga la pena”, señaló emocionado el guardaparque.
En esta parte del país, el turismo y el ecosistema conviven de manera armoniosa. “El turista que nos visita es un turista consciente, disfruta de la playa pero respeta el entorno natural”, expresó Benito Martínez.
En la Catalina no hay alojamiento para turistas, pero si cuenta con un área de bufé, un pequeño bar, baños, etc.
LA CATALINA Y SU BASE LEGAL
Fue creada mediante el Decreto 305-95, incluido en el Decreto 233-96, cuyo contenido fue ratificado en la Ley General 64-00 del 18 de agosto del 2000.
Incluye la isla Catalina y la franja marina que la rodea, que se extiende desde la línea de costa hasta 500 metros mar adentro. Este polígono encierra un área de 22 km.

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